martes, 11 de diciembre de 2012

Capítulo 5: The origin.


Era el año 1996, concretamente el día de mi cumpleaños, cuando mis padres me dieron la noticia.
-Cariño, verás, como sabes la empresa de tu padre ha sido trasladada a Inglaterra y, aunque en un principio íbamos a quedarnos aquí, en España, a tu padre le han ofrecido un puesto mucho mejor en Londres- Intentó explicarme mi madre.
-¿Quieres decir que nos vamos a mudar?
-Sí, cariño, la semana que viene…
La verdad es que no me importaba mucho irme de España, apenas tenía amigos, <<¿Quién me iba a echar de menos?>> pensaba. Además, el idioma no era un problema para mí ya que mis abuelos eran británicos y mi padre me hablaba en inglés desde que nací.
Estaba contento, quería irme, comenzar de nuevo, una nueva oportunidad, de cambiar, de hacer nuevos amigos, de olvidar a todos los que en España se burlaban de mí. Y lo cierto es que mi vida cambió, pero no como yo me esperaba.
Desde el momento en que llegué a Londres me encantó la ciudad, siempre tan lluviosa y nublada, y el barrio donde vivíamos era precioso, rodeado de bosques y jardines, a las afueras de la ciudad.

Recuerdo perfectamente el  primer día de colegio, tuve que presentarme delante de toda la clase, y estaba tan nervioso que apenas pude pronunciar bien mi nombre.
-Siéntate al fondo, Andy, al lado de Michael- Me indicó la profesora. Y así hice, fui a sentarme al lado de aquel chico, que vestía con un jersey a cuadros y una pajarita.
“Te tocó al lado del pringado”, o “Los raritos al fondo”, fueron algunos de los comentarios que oí, entre risas, mientras me dirigía a mi asiento.
-Hola- Le dije al sentarme a mi nuevo compañero.
- Hola… ¿Andy?- Por fin el pobre chico del cual parecía que se burlaban me miró a la cara. Tenía una mirada dulce e inocente, y su sonrisa… esa sonrisa.
- Sí, me llamo Andy. Y tú eras… ¿Michael?
-Mica, por favor, nunca me gustó que me dijeran Michael.
Después de esa conversación, no volvimos a hablar en todo el día… bueno, ni en toda la semana. Mis compañeros no parecían interesados en conocerme, y yo con lo tímido que era tampoco fui capaz de acercarme a hablar con ellos. Así que me pasaba los recreos solo, sentado en una esquina del patio. Lo curioso era que Mica se sentaba en frente de mí, solo también, pero ninguno era capaz de acercarse a hablar con el otro, aunque ganas no me faltaban. Al menos había sido el único chico que se había dignado a presentarse, ya que los demás simplemente me hacían el vacío.
Mica y yo, no empezamos a hablar hasta aquel día. Habían pasado dos semanas desde llegué, todo seguía igual, otro día más que pasé solo en el colegio. Pero ese día fue diferente, a la salida, había un grupo de unos diez chicos, pude reconocer a algunos de mi clase, aunque lo que me sorprendió, es que empezaron a perseguirme.
-¡Eh! ¡Eh!- Empezó a llamarme uno de los chicos. Yo hice caso omiso y empecé a andar más rápido.
-Sí, tu, Andy. No nos ignores, que es a ti.- Seguí sin darme la vuelta. Pero de repente alguien me cogió del hombro y de un empujón me dio la vuelta. Cuando quise darme cuenta, todos los chicos me habían rodeado.
Y empezaron a reírse, recibí algún que otro empujón, y los insultos no faltaban. Estaba muy asustado, eran 10 contra mí, yo no podía hacer nada. Solo pedir que me dejaran.
-Dejadme ir… por favor.- Les pedí. Pero ellos no me hacían caso, y más se reían.
-¿Tienes miedo, friki?- Uno de ellos se acercó más a mí.
-No…- mentí.
-¿No? ¿Seguro? Jajaja. Ya, claro- Y en ese momento, el chico ese me dio un fuerte puñetazo en el ojo, y yo caí de rodillas al suelo. Me sentía mareado, e incapaz de levantarme. Los demás chicos, aprovecharon que estaba en el suelo para darme patadas.
-¡Dejadle en paz!- Dijo alguien, gritando muy enfadado, ¿Quién era? ¿Y por qué me defendía?
-Vaya, pero si es el otro friki, ¿Qué pasa? ¿Qué ahora sois amigos?
-¡Os he dicho que le dejéis en paz!- ¿Era Mica?
-¡¿Y por qué tendríamos que hacerte caso?! ¿Quieres que te peguemos a ti también?
Pero no dio tiempo a que los macarras esos le pegaran a nadie más, porque Mica me cogió de la mano -¡Corre!- me dijo. Y los dos, cogidos de la mano corrimos lo más que pudimos, tratando de despistarlos.
Finalmente acabamos escondidos debajo de un puente.
-Creo que  ya le hemos despistado- dijo Mica- ¿Estás bien? Tienes el ojo morado.
-Sí, me duele un poco, pero estoy bien… ¿Por qué has venido a ayudarme? Si no me conoces de nada…
-Por qué sé lo que es que te peguen y no poder defenderte, es lo que llevo sufriendo yo más de un año.
-Vaya, ¿En serio?- Me dio muchísima pena, no se lo merecía.
-Sí, pero bah, son unos idiotas, cuando yo sea una estrella del pop millonaria se arrepentirán de hacerme esto- Ambos comenzamos a reírnos, con lo tímido que parecía resultó ser bastante gracioso.
Y desde ese día, comenzamos a sentarnos juntos en los recreos. Era el primer amigo de verdad que tenía, y pese a que era un poco raro, eso me encantaba de él.
Recuerdo la primera vez que me invitó a su casa a comer. Era un jaleo, tenía cuatro hermanos y dos de ellos pequeños, su madre estaba encantada conmigo- ¡Por fin mi hijo tiene un amigo!- me dijo cuando llegué. Cuando vi su habitación, me quedé impactado, porque con todo lo tímido que parecía, incluso que seguía siendo conmigo, su cuarto estaba lleno de dibujos, de pequeños monstruitos, parecía que me había transportado al mundo piruleta, lleno de colores. Y además, al fondo de su habitación había un piano, que se encontraba prácticamente enterrado en papeles.
-¡Wow!- fue lo primero que dije.
-Perdón por el desorden, es que soy un desastre.
-Todos estos dibujos… ¿Los has hecho tú?
-Sí, bueno, a nadie les gusta, pero… no se dibujar otra cosa.
-¿A nadie? ¡Pues a mí me encantan! Son tan… coloridos.- Cuando dije eso su cara se iluminó de alegría, parecía muy sorprendido.
-Y vaya, ¿Tocas el piano?
El asintió, mientras se sentaba.
-¡Si es que no me has contado nada de ti!
-Ya… Es que, nunca había tenido un amigo, y pensé que si te contaba mis raras aficiones, dejarías de juntarte conmigo…
-¿De verdad crees que habría hecho eso?- El agachó la cabeza, como hacía cada vez que algo le daba vergüenza.
-Va, tócame algo…- Dije señalando el piano.
-¿Quieres? Es que no lo toco muy bien…
No dije nada, simplemente le miré con cara de “O tocas o tocas”.
Y así hizo, empezó a tocar el piano, apasionadamente, y su mirada se llenó de felicidad, como nunca le había visto. Se le veía tan bello tocando el piano, me quedé prendado mirándolo, y escuchado aquella bella melodía que no había oído antes. Empecé a sentir algo en mi estómago y en mi pecho, y me puse muy nervioso, creo que incluso colorado, ¿Qué me pasaba? ¿Qué estaba sintiendo por aquel chico? Por un momento algo se me pasó por mi mente, algo que nunca había sentido, pero que rápidamente intenté olvidar. Estaba aturdido.
-¿Qué te parece?- Me preguntó Mica al parar de tocar.
-Ge… genial. Ma… magnífico. No lo había oído antes- ¿Por qué estaba nervioso? Se iba a pensar que soy idiota.
-Claro, porque lo he compuesto yo.
-Vaya, ¿De verdad? Madre mía, eres fantástico.- ¿Qué acababa de decir? ¿Cómo le había dicho eso? Él se puso muy colorado, y volvió a agachar la cabeza.
-Mu… muchas gracias.- Me dijo- La verdad es que también compongo canciones. Cuando… cuando haya terminado una que tengo en mente te la enseñaré.- <<¿Cómo podía ser tan mono?>> Pensé, <<No, Andy, ¿Qué haces? ¿Cómo puedes pensar así de tu amigo?>> Intenté contradecirme.
-Oye… Me voy a ir ya…- Acabé diciéndole.
-¿Ya? ¿Tan pronto? ¿Te pasa algo?
-No… Es que simplemente… No me encuentro bien.- Y así fue como salí huyendo de su casa atemorizado por los sentimientos que se me acababan de despertar.

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