domingo, 13 de enero de 2013

Capítulo 6.


Había pasado ya más de tres meses desde ese día, el que salí huyendo de su casa atemorizado por mis sentimientos. Y lo cierto era, que ese sentimiento no se iba, Mica y yo cada vez estábamos más unidos, y ese sentimiento crecía cada vez más. Ambos intentábamos evadir el tema, y no hablamos de eso, simplemente, hicimos como que nada había pasado, que éramos simples amigos.
Como casi cada tarde, Mica y yo quedamos debajo del mismo puente donde empezamos a ser amigos, nos pasábamos la tarde hablando y riéndonos, pero ese día, a Mica se le había ocurrido algo distinto.
-Hoy te quiero enseñar un sitio muy especial para mí- me dijo.
No me dio tiempo a asentir cuando ya me había cogido de la mano y estábamos corriendo hacia el bosque que había al lado de casa.
Nunca había estado allí, y era precioso, tan verde y a la vez tan colorido por las flores.
Tras perseguir a Mica por un rato llegamos a un llano, en el medio había un gran árbol, rodeado de amapolas. Fue el lugar mas bonito que había visto en mi vida, y me quedé prendado viendo la hermosura del árbol, no me había dado cuenta cuando Mica ya se había tumbado bajo su sombra – Venga, idiota- me encantaba cuando me llamaba así- ¿Es que piensas quedarte ahí todo el día?- Le miré con cara extraña, y después empezamos a reírnos.
Por primera vez en mucho tiempo me sentía tranquilo de verdad. Desde que había pasado lo de la pelea ese grupo de chinos no dejaban de insultarnos y perseguirnos a Mica y a mi, no podía salir a la calle sin el miedo de que me estuvieran siguiendo, pero ahí, debajo de ese gran árbol, me sentía protegida, que nada podría hacerme daño, y era una sensación que echaba mucho de menos. Pasamos mas de una hora en silencio, con los ojos cerrados y escuchando la suave brisa del viento.
-¿Por qué me has traído aquí?- Rompí el silencio.
-Ya te lo dije, es un lugar especial para mí- Se calló por un momento- Hace un año, cuando tu no estabas, la gente ya se metía conmigo, y no era como ahora, que al menos nos tenemos el uno al otro, estaba completamente solo, y era mucho mas ingenuo. Continuamente llegaba a casa con un ojo morado, o el labio roto, todo era mucho peor que ahora. Un día, cuando unos chicos empezaron a perseguirme, yo corrí lo mas que pude para escabullirme de que me dieran una paliza, y no se como, encontré este lugar, fue como encontrar el país de nunca jamás, sabía que nadie iba a encontrarme aquí, y desde entonces venía cada día huyendo de todo el mundo, y me tumbaba aquí, a dibujar, escribir o componer, eso era lo único que bueno que tenía, y ahora, lo quiero compartir conmigo- Se me hizo un nudo en el estómago, trataba de contener las lágrimas. No sabía que decir.
Me puse de lado, mirándolo- Gracias, Mica.- El me miró fijamente. En eso momento no hacían falta palabras. Nuestras miradas lo decían todo. De repente, empezó a acercarse más, y me cogió la mano. Yo empecé a ponerme mas nervioso, tenía miedo de lo que podría pasar, sabía que estaba mal, pero me daba igual. Apreté su mano, fuertemente. Y estuvimos así un largo rato, sin decir nada, cogidos de la mano y mirándonos a los ojos, quería que ese momento no se acabara nunca.
Pero claro, no podía ser tan perfecto. Sin esperármelo, me di cuenta de que dos abejas estaban revoloteando a mi alrededor- ¡Aaaah!- grité. Me levanté corriendo, ¡Me iban a picar!
-Pero, ¿Qué te pasa?-  Me preguntó Mica alarmado.
-¡Dos abejas me persiguen!- Le respondí mientras corría en círculos.
El empezó a reírse muchísimo- ¡Que no hay nada!- Consiguió decirme entre carcajadas.
Yo me paré, y me di cuenta de que era cierto, no había ninguna abeja, y estaba corriendo como un idiota haciendo el ridículo.
-¡Te juro que me perseguían dos abejas!- Repuse muerto de la vergüenza, pero el mas se reía. Y yo al final tampoco me pude contener la risa.
-¡Que no te rías de mi!- Le dije mientras me abalanzaba sobre el, y empezamos a pelearnos, bromeando, el empezó a hacerme cosquillas, sabía que tenía muchas, y por eso lo hizo. Acabamos tirados en el suelo, llorando de la risa, y no se como, yo encima de él, muy cerca el uno del otro, nuestras respiraciones estaban cada vez mas aceleradas, me sentía incómodo, aunque tampoco me quitaba de encima suya. <<Bésale>>, me decía mi subconsciente, pero no era capaz, y simplemente, acerqué mas mi cara con la suya, hasta podía notar su aliento chocándose con el mío, y fue entonces, cuando él se lanzó y me dio un beso. Mi primer beso.
Me quité rápidamente, asustando, aunque por otro lado contento.
-¿Qué pasa?- Me preguntó Mica.
-Eh… Es que… ¿No es muy tarde ya? Deberíamos volver…- Como siempre, yo intentaba evadirlo.
-¿Pero es que eres idiota, Andy?- Se había enfadado -¿Te crees que soy tonto? ¿Te crees que no me he dado cuenta? Aclarémoslo de una vez. Me gustas, Andy, y sé que yo a ti.
-Mica… yo… yo…
- Deja de ignorarlo, porque ambos lo sabemos.
-Pero Mica…- Sí, era verdad, claro que me gustaba, y desde hacía mucho –Sí, ¡Me gustas! Pero sabes que no podemos, que está mal.
-¿Por qué esta mal?
-Porque somos dos hombres, Mica, por eso, porque nuestros padres no lo aceptarían, en el instituto mucho menos, solo sería empeorarlo todo.
-¿Y quién ha dicho que se tengan que enterar?
-¿Qué?
-Quizás la gente lo vea mal, a mi no me importan ellos, son idiotas, así que no tienen por qué saber nada.
-¿Estás queriendo decir que… salgamos… en secreto?
-¿Por qué no? Ambos nos gustamos, y no tiene que cambiar nada, tu y yo, como siempre.
Una sonrisa se me dibujó en la cara. En realidad, no lo veía mal, quería estar con el.
-Entonces… ¿Qué me dices?
-Que sí, cla-claro que si.- Él me sonrió también, y simplemente me cogió de la mano- Vámonos, se hace tarde.

Y ese fue el día en que todo cambió entre Mica y yo, un día que jamás podré olvidar.